martes, 2 de febrero de 2016

La magia de Amélie, la magia de Montmartre.


Amélie... Elle va changer ta vié...
Pasear por las calles de Montmartre de la mano de Amélie.


 
Siente como la música de Yann Tiersen invade tus sentidos, cierra los ojos e imagínate paseando por las calles de Montmartre, ese barrio de artistas, ese barrio con la originalidad y la luz de la ciudad del amor, donde respirar arte en cada esquina se convertirá en tu día a día. En este barrio solo nacen personas especiales, solo nacen personas con magia, en ese barrio... nació Amélie.

Paseando por el barrio bohemio de la ciudad parisina, encontramos calles bañadas por multitud de cuadros. El arte siempre está presente en el corazón del barrio. Miles de artistas dedican su vida y su tiempo a deambular por las calles, buscando un rostro que pintar, buscando esa magia de la que nace su inspiración.

Si quieres sentarte y dejarte seducir por su magia, podrás hacerlo en las miles de terrazas y restaurantes que bañan el barrio, entre ellos encontraras el Café Des Deux Moulins, donde te podrás sentir protagonista de la película, entrar y recordar cada escena que se grabó en él. Sinceramente te sentirás como en casa.

Quizás si te sientas y te limitas a observar encuentres a alguien diferente, especial y distinto, esa persona, esa y solo esa, que quizás te llame la atención. Se marchará y se perderá por las calles de Paris. Esos ojos, esa cara, se desvanecerán. Un momento. A lo mejor puedes hacer algo por remediarlo, quizás si te atreves a hablarle, todo podría ser muy distinto y quizás, y solo quizás, dentro de un tiempo estés paseando de su mano, por las calles de Montmartre recordando vuestro primer encuentro.

Recreando ese café, ese paseo por las calles hasta llegar al Sacre Coeur, esas vistas de Paris tan increíbles que se observan desde él; escuchando la música de miles de artistas mientras veis el atardecer; ese retrato de vosotros dos gracias a un artista en la Place du Tertre; la velada romántica que tuvisteis una terraza;  su sonrisa, su voz, su cuerpo, su risa; y vuestra complicidad, vuestra magia.

Recorriendo París solo hace falta fijarse en las personas que pasean por las calles para darse cuenta de su belleza. Las personas todas tan distintas entre sí, con sus peculiaridades, un rasgo, un gesto e incluso una bonita sonrisa. Es bonito verlas pasear día a día por las calles, pero es más bonito tener una foto de carnet, para no poder olvidar nunca ese rostro. Un día un hombre me comentó que conocía a alguien que las coleccionaba, un tanto raro y peculiar, pero con una chispa de encanto, alguien que te puedes encontrar deambulando por la Estación del Este cargado de su álbum de fotos, ese alguien con quien cruzas la mirada y te quedas inmortalizada por segundos, esa cara que vió antes debajo del fotomatón de la estación de Metro Abbesse, el amor de Amélie, Nino.

La Estación del Este, obra del arquitecto François Alexandre Duquesney y del ingeniero Pierre Cabanel, fue catalogada en 1975 como monumento histórico. Digna de contemplar, digna de mirar, digna de ser apreciada, mientras recuerdas ese momento, ese instante, esa persona que cambiara por completo la vida de Amélie.

Pasará el tiempo en la vida de nuestra protagonista. La vida ese precioso reloj en que cada minuto, cada suspiro es un instante, una oportunidad nueva, una sorpresa, o una desgracia. Pero como dicen por ahí, el reloj nunca se para y la vida siempre sigue. Y así siguió Amélie, perdida como se nos pierde el tiempo entre las manos, hasta que un día se encendió su bombillita. Ella tenía el álbum de fotos de Nino, álbum que estaría buscando desde hace mucho tiempo, álbum que tenía que entregarle  y su cabeza fue en busca de él.


Él irá corriendo a por su álbum, a por sus personas perdidas y encontrará un álbum lleno de desconocidos que increíblemente darán paso a conocer a una gran persona en su vida, ella.

Él cree que se citará con ella en el tiovivo, pero no. Tras buscar con la mirada solo encontrará personas desconocidas, de esas que él ya tiene tan estudiadas, pero no la verá. Ella no es tan fácil de dejarse ver a la primera, ella no es corriente, ella es especial, por lo que tendrá que seguir su juego, coger el teléfono y seguir sus indicaciones, que le llevaran al mirador del Sacre Coeur.

Finalmente recuperara su álbum, junto a una nota: ¿quiere usted conocerme?

Y se da cuenta de que ya no le importa el álbum. No, ahora le importa ella, la chica desconocida, la chica de la máscara. Desesperado colgará carteles, con una única frase,  ¿Dónde y cuándo?, en la estación de metro de la línea 6 Motte-Picquet-Grenelle , sin obtener respuesta, hasta que un día se da cuenta de que quizás su respuesta esté en un lugar escondido y prueba a mirar en el fotomatón. En efecto allí la encuentra.

Recorramos cada una de las esquinas de Montmartre, tomemos un café en aquel bar imaginando que nos lo servirá Amélie. Leamos esa nota encontrada en un fotomatón: Café les Deux Moulins, estaré allí a las 16h, vayamos a las 16h. Imaginemos por una vez que esa nota es para nosotros, sintámoslo y demos la vuelta para encontrarnos con la chica de la máscara.

Eres tú la de la foto? No, no soy yo. A veces el amor es complicado, es difícil de entender. Cuando lo conseguimos, huimos dándonos la vuelta por la vergüenza pero, en cambio siempre quedará esa chispa, esa magia que hará que le dejemos una última nota, la cual nos llevará al fotomatón Estación del Este a las 17h.

Sin embargo, esa nota no le llevará a Amélie, sino a un enigma descifrado, encontrando así al fantasma de su álbum como respuesta a la quedada. Ella le ayudará a descifrar la última pieza del puzle, en secreto y lo dará por perdido.

Pero Nino hará todo para encontrarla, no parará de buscarla en cada uno de los rincones de París..

Más lugares de interés:
La frutería Au Marché de la Butte, ubicada en la Rue des 3 Fréres. En esta frutería trabaja Monsieur Collignon, un señor ignorante con muy mal genio, que se meterá constantemente con Chico, su empleado. Amélie acaba sintiendo tanto odio tras esta situación, que no se le ocurrirá nada menos que vengarse de él a escondidas, desarrollando  sucesos extraños en la casa del frutero. Actualmente en esta frutería, además de comprar fruta y sentirnos como una más en el barrio de Amélie, podemos comprar recuerdos y souvenirs de la película.

La casa de Amélie, se ubica en la Rue 3 Fréres 56. En realidad lo único auténtico que tiene esta casa es su fachada. El interior no es real, sino que está creado en el estudio filmatográfico de la película.

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